El 10 de octubre de 1946,
Herman Göring escribió su última carta, dirigida al ex Primer Ministro
británico Winston Churchill. Unas horas después de escribir esta carta, Göring,
heroico piloto en la Gran Guerra y sucesor de Adolf Hitler, acabó con su vida, quitándoles
a los aliados el placer de ejecutarlo en la horca.
Sr. Churchill:
Usted hoy tendrá la
satisfacción de sobrevivir a mí y mis compañeros de infortunio. No dudo en
felicitarlo por este triunfo personal y la finura con la que lo ha logrado. Ha
llegado muy lejos a fin de asegurar este éxito, para usted y Gran Bretaña. Si
yo lo creyera a usted tan ingenuo como para considerar este éxito algo más que
un espectáculo, en detrimento de el Gran Imperio Alemán, un show para el pueblo
y sus aliados bolcheviques- judíos que fueron dirigidos por usted hacia la
guerra, entonces lo declarado por mi durante la última hora de vida sería visto
a los ojos de la posteridad como algo inmerecido.
Mi orgullo como alemán y
como uno de los principales dirigentes responsables me prohíbe desperdiciar una
sola palabra en una disputa de tanta importancia histórica y sobre la
desgraciada bajeza de los métodos utilizados por los vencedores respecto a cómo
han sido esos procedimientos hacia mi persona.
Sin embargo, como es la
obvia y anunciada intención de los administradores de la ley de lanzar a el pueblo
alemán al abismo de la ilegalidad y robarles de una vez y por siempre la
posibilidad de defenderse a sí mismos quitando de en medio a los hombres
responsables del estado nacionalsocialista, tendré que agregar unas cuantas
palabras a la sentencia ya premeditada por usted y sus aliados.
Yo dirijo a usted estas
observaciones, ya que es uno de los más informados sobre las verdaderas y
ocultas razones de esta guerra y las posibilidades de haberla evitado, al menos
de una manera tolerable al futuro europeo, y aún negó su testimonio y su
juramento a su propio Tribunal Superior de Justicia.
Por lo tanto, no voy a
fallar, mientras que todavía hay tiempo, de llamarle frente al tribunal de la
historia y dirigir mis palabras hacia usted, porque sé que ese mismo tribunal
un día le expondrá como el hombre que con ambición, inteligencia y energía, ha
arrojado el destino de las naciones europeas a los pies de potencias
extranjeras.
En usted identifico ante la
historia al hombre que tuvo la habilidad de derribar a Adolf Hitler y sus
logros políticos, el hombre que, sin embargo, no tuvo la habilidad de elevar un
escudo de protección contra la invasión de Europa por los asiáticos.
Fue ambición suya la de
justificar el Tratado de Versalles con respecto a Alemania. Se demostrara fatal
para usted haberlo conseguido. Usted personificó la endurecida obstinación de
su antigua aristocracia, y también personificó la terquedad de su vejez, oponiéndose
al último y gigantesco esfuerzo del rejuvenecido poder germano para decidir el
destino de Europa en las estepas de Asia con el fin de salvaguardar ese futuro
europeo. Mucho tiempo después de que mi responsabilidad haya encontrado su juez
imparcial, se le cargara a su historial que el pasado sangriento de esta guerra
-SGM- no habrá sido el último que tuvo que ser combatido en el continente para
posibilitar la misma existencia de sus naciones.
Tendrá que responder por el
hecho de que la sangrienta guerra de ayer será seguida por una aún mayor y que
las naciones europeas no serán gobernadas en el Volga, pero en los Pirineos.
Es mi más ferviente deseo de
que usted pueda vivir por lo menos para ver el día en que el mundo, y las
naciones occidentales, en particular, se den cuenta de la amarga verdad de que
era usted y su amigo Roosevelt quienes vendieron el futuro al bolchevismo a
cambio de un barato triunfo personal sobre una Alemania nacionalista. Ese día
puede llegar antes de lo que le gustaría, y que a pesar de su avanzada edad,
será lo suficientemente vigoroso para ver un rojo amanecer sobre las Islas
Británicas.
Estoy convencido de que le
llevará todos los terrores inimaginables de los que escapó esta vez gracias a
la buena suerte de la guerra, o bien a través del rechazo de la manera que Alemania
condujo la guerra y a una completa degeneración de los métodos para combatir a
gente de una misma raza. Mi conocimiento sobre el tipo y la cantidad de armas y
proyectos de nosotros, que - gracias a su ayuda militar al Ejército Rojo - han
caído en manos de ellos, me permite formar esta suposición.
No cabe duda de que - según
acostumbra - pronto escribirá buenas memorias y lo hará cada vez mejor pues ya
no hay nadie que le impida poner o quitar lo que usted guste.
Usted cree que es muy
inteligente presentar esta verdad histórica a la astucia de un puñado de
ambiciosos jóvenes abogados a fin de que la transformen en un rápido tratado
dialéctico, a pesar de saber cómo británico y hombre de leyes que con esto la
existencia de problemas entre los pueblos no se pueden resolver y juzgar, ni en
el pasado ni en el futuro.
Tengo una muy bien fundada
opinión de su poder y la astucia de su inteligencia como para creer que usted
daba crédito a la propaganda vulgar con la que motivo a la guerra contra
nosotros y con la que ha glorificado la victoria en un fantástico show.
Yo digo aquí y enfatizo como
uno de los más altos militares, dirigentes políticos y económicos de el Gran
Imperio alemán lo siguiente: Esta guerra no pudo ser evitada, porque la
política de Gran Bretaña - bajo la influencia de su persona y aliados -
persistieron constantemente para impedir los intereses vitales y desarrollo
natural del pueblo alemán- llenos de una ambición senil para afianzar la
hegemonía británica - prefirieron la Segunda Guerra Mundial a un entendimiento,
ya que de nuestro lado intentamos una y otra vez conseguir algo beneficioso
para las más importantes naciones de Europa.
Declaro una vez más y de la
manera más enfática que la culpabilidad del pueblo alemán en esta guerra - en
la que se vieron involucrados por usted - sólo consiste en tratar de poner fin
a la eterna dificultad de su existencia como nación, que usted astutamente ha
instigado.
Sería inútil ir con usted a
cualquier controversia sobre las causas, las condiciones de retención y los
motivos que llevaron en el transcurso de la guerra a las complicaciones
políticas y militares y que sus abogados supieron tan bien como usarlas de una
manera tendenciosa cargando los costos a él régimen nacionalsocialista. Las devastadas
regiones de la cultura europea y sus tesoros robados aún hoy dan testimonio del
amargo desdén y subestimación de ustedes hacia lo que grandes gentes en el
pasado fueron capaces de hacer sacrificios para su existencia. El día de mañana
van a declarar que por solo una fuerza avasalladora de ustedes se les pudo
quitar sus derechos y llego su subyugación. El día después de mañana, los rusos
serán testigos de la traición, que entregó Europa a los rojos asiáticos.
La Alemania que han
conquistado se tomara venganza a través de su caída. Usted no ha producido ni
una mejor política ni mostrado más valor que nosotros. Usted no ha ganado la
victoria debido a mejores cualidades o la superioridad de su fuerza o
estrategia, sólo lo consiguió después de seis años con el predominio de sus
aliados. No crea que su victoria es todo eso que se le ha dicho al mundo. Usted
y su mano pronto cosecharan los frutos de su arte político. Lo que usted como
un cínico experimentado no nos reconocerá - es que nuestra lucha en el Este fue
un acto urgente de legítima defensa, y no sólo para Alemania sino para toda
Europa, y que los alemanes peleando esta guerra, que constantemente usted ha
condenado, estaba justificados. Su aliado y amigo de hoy, Stalin, pronto se
mostrara a usted y al Imperio Británico como lo que es.
Entonces usted va a
experimentar lo que significa luchar contra este enemigo, y usted aprenderá que
la necesidad no conoce ley, que no podrá luchar exitosamente contra Stalin
usando tratados ni con el peso de Gran Bretaña y sus enanos europeos.
Usted ha declarado al pueblo
alemán que la principal preocupación es la restauración de su modo de vida
democrático. Pero no ha dicho una sola palabra sobre regresarle sus cimientos
vitales y que se les ha negado a ellos estos últimos 25 años. Su nombre está
escrito en todos los documentos esenciales de esta época de falta de
comprensión hacia Alemania y celos hacia ella. Su nombre también aparecerá en
donde se escriba el resultado con el que se ha impugnado a Alemania en lugar de
la existencia de Europa.
Mi creencia en la vitalidad
de mi pueblo no puede ser sacudida. Ellos serán más fuertes y vivirán más
tiempo que usted. Sin embargo, me tranquiliza saber que indefensos en sus
manos, ellos también pertenecen ya a las victimas desafortunadas que gracias a
la victoria aliada no se dirigen a un futuro de trabajo progresivo que los
lleve a lograr una meta común con inteligencia. Pero más bien se dirigen a la más
grande catástrofe de su historia compartida.
No quiero discutir sobre
ultrajes, que le atribuyen con razón o sin ella a nosotros y que no estamos de
acuerdo ni coinciden con la comprensión del pueblo Alemania. deseo hablar de las
atrocidades que han cometido ustedes y sus aliados a millones de alemanes,
porque sé que usted ha hecho de este pretexto a todo el pueblo alemán el objeto
de una indignación colectiva de una proporción nunca conocida en la historia.
Aunque no hubiera razón de utilizar este pretexto, también sé que usted no
habría actuado de forma diferente con respecto a su tratamiento de Alemania, ya
que desde 1914 no se han conformado con nada menos que la destrucción del
imperio alemán. Este, su objetivo histórico le niega el derecho de erigirse en
un juez sobre las evitables e inevitables consecuencias causadas por sus
incansables intenciones y que fueron siempre bienvenidas por usted como prueba
posterior para la justificación de sus acciones.
Hoy en día me lamento y
arrepiento de mi error y el de mi gobierno nacionalsocialista, el error fatal
de creer en su discernimiento como estadista. Lamento haber confiado en que
usted reconocería la necesidad político mundial de aceptar a una Alemania
floreciente y pacífica para la existencia de una Inglaterra también
floreciente. Lamento que nuestros medios no han sido suficientes para
convencerle aun en el último momento que la liquidación de Alemania podría ser
también el comienzo de la liquidación de Gran Bretaña. Empezamos a actuar -
cada uno según su propia ley, yo en consonancia con una nueva, para la cual
Europa está ya muy vieja - ustedes aferrándose a la vieja ley y para la cual Europa
ya no es lo suficientemente importante.
Voy a saber cómo enfocar mi
fin en la absoluta convicción de un nacional-socialista alemán y considerando
todo lo demás, haber sido un mejor europeo que usted. Dejo el juicio de todo
esto a la posteridad con una mentalidad relajada. Espero sinceramente que usted
permanezca en este mundo por un largo tiempo y tanto como el destino le pueda
conceder - como lo ha hecho conmigo - cuando usted se niega en dejar a la
posteridad una verdad.
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